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Mostrando entradas de agosto, 2008

aquellas minúsculas pastillas

susojossesecaránsuslabiosperderánelcolor sucorazónseapagará suolorseperderá sucieloseteñirádenegrogiraráygiraráensuoscuridad nopodrácorrer,perosívolar ymientrasseeleve, nopodrárecordartodolomaloestarábien suslágrimasseránestrellas sola

aquellas pequeñas pastillas

En la última época los dolores de cabeza habían aumentado. Por las tardes, cuando llegaba a casa y se relajaba, olvidándose de las preocupaciones del día, de su trabajo y de sus obligaciones, se sentaba en el sofá, ligeramente mareada y poco a poco, una sensación de vértigo se apoderaba de su cabeza. Poco a poco, aquel incesante martilleo se iba haciendo más agudo. Era en ese momento cuando, en casa con las luces apagadas, las puertas y ventanas cerradas y las persianas bajadas, pensaba en que aquello no estaba bien, que no podía seguir permitiendo que le sucediera y que tenía que hacer algo para remediarlo. Había pensado en ir al médico a que le miraran aquella, según ella, loca cabeza que le daba tantos problemas y dolores. Sin embargo, varios doctores la habían mirado y no habían visto nada extraño. Pero ella sabía que algo no funcionaba bien. La sensación de algo que se le escapaba de las manos era intensa, como aquella vez en la que su madre le había abofeteado por intentar cortar